Hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, y la JMJ es uno de ellos. Por eso hay que subirse a tiempo y exrimir cada trozo de vía y cada estación al máximo, porque es muy poco probable que vivamos para ver otra Jornada Mundial de la Juventud en nuestra diócesis; y aunque siempre podremos ir a otras como peregrinos, no volveremos a dejarnos la piel a tiras como voluntarios para que vengan a disfrutar de estos días millones de jóvenes de todo el mundo...
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