"Os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga. No os guardéis a Cristo para vosotros mismos, comunicad a los demás la alegría de vuestra fe"

Benedicto XVI (Vigilia de oración y Misa de envío en Cuatro Vientos, JMJ 2011)

17/6/10

EL AMOR DE LOS NOVIOS, ¿INCLUYE SEXO?

En el enlace que aparece al final de estas líneas puedes encontrar un artículo muy completo en el que, a través de diversas reflexiones, ayuda a entender lo que el Catecismo de la Iglesia Católica dice muy brevemente: «Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia… Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal» (n. 2350).

El noviazgo es el momento de conocerse en los aspectos de la personalidad que distingue a cada varón o a cada mujer de l@s demás, y no de ejercitar físicamente la sexualidad, porque para que ésta sea enriquecedora ha de ser unitiva. Y los que no han unido sus vidas no deben exponerse a tener hijos y, por tanto, no pueden ejercer una actividad sexual verdaderamente unitiva, es decir, una sexualidad abierta a que sus gametos puedan unirse.

Esto explica que muchas parejas que han mantenido relaciones sexuales antes del matrimonio fracasen al poco tiempo de casarse. El cuerpo no es una prótesis de la persona, como erróneamente asegura la ideología de género, que sostiene que no nos afecta lo que hagamos con nuestro cuerpo. No basta quererse espiritual y sentimentalmente para justificar una actividad sexual física. Hay que actuar rectamente también en este orden sexual. Y si una pareja se acostumbra a unas relaciones sexuales no unitivas ni comprometedoras –porque no están abiertas a la procreación-, pasan a utilizarse recíprocamente para obtener placer y eso les dificulta esa entrega que es necesaria para no volverse incompatibles cuando empiecen a convivir matrimonialmente.

Hay que aprender a AMAR CON EL CUERPO, es decir, a integrar en la persona los impulsos de la sexualidad. Pues quien no consiga personalizar su sexualidad, nunca llegará a realizar esa donación sexual íntegra que es imprescindible para no fracasar en el matrimonio (ver Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2337-2347).

Te invitamos a reflexionar sobre los distintos argumentos que aparecen en este enlace:

http://www.aragonliberal.es/noticias/noticia.asp?notid=35668